Amarrando el mito

 

Según la señora Mary Eyley, en el entorno nativo de la zona alta del río Cowlitz los relatos que eran muy largos se contaban en dos o más noches consecutivas. En tiempos pasados, quizá cuando los oyentes estaban marchándose o quedándose dormidos, era costumbre hacer un alto diciendo algo así como «Ahora amarraré mi mito», dando a entender que el mito era como una canoa, y había que amarrarlo a un leño o árbol de la orilla del río hasta la noche siguiente, cuando se reanudaba el viaje por mito. Entonces, al llegar el momento de las historias, puede que el narrador, dijera: ‘Ahora desamarraré el mito», y el relato proseguía a partir del punto en que se había interrumpido.

Todavía con este símil, si el narrador se desviaba del cauce principal de su relato, o se desviaba hacia un canal secundario de chismorreo o de cualquier otra cosa irrelevante, podía suceder que uno de los oyentes lo amonestara exclamando … ‘Parece que tu mito va a la deriva’. Es también interesante constatar que cada frase, o quizá cada expresión del relato, terminaba con un semi-ritual llamado of ‘i’…!‘, literalmente ‘¡sí!’ por parte del público, de quien, si estaba despierto, se esperaba que respondiera de forma habitual de esta manera un tanto cansina. En estos tiempos modernos de escepticismo y degradación, los mitos encuentran un público que se limita sonreír, y incluso se muestra relativamente indiferente.

Klikitat (sahaptin), in Melville Jacobs Northwest Sahaptin Texts, New York: Columbia University Press, 1934.
Ilustración inspirada en grabados rupestres de una cueva de la isla de Götland.

Una buena historia protege la casa

El cuervo

Saber un buen relato sirve para proteger tu hogar, tus hijos y tus bienes. Un mito es igual que unos sólidos cimientos de piedra: dura mucho tiempo.

Navaho; C. Kluckhohn, “Myths and Rituals: A General Theory”, en Harvard Theological Review, vol. 35, 1942, p. 74.
Ilustración inspirada en el arte de los indios de la costa noroeste de América.

Los cuentos son la cultura misma

Ashanti Ghana

Lo cierto es que, en una tierra falta de lengua escrita, el pueblo [Ainu] debe hacer un gran uso de la memoria. Todo lo importante deben confiarlo a la memoria. Para una comunidad así las viejas tradiciones son la historia, la literatura, la filosofía, la ciencia, la escritura sagrada, el código de conducta. En otras palabras, los cuentos son el conocimiento, la religión, el derecho, la cultura misma. Para vivir de forma independiente, un ainu debe conocer a grandes rasgos las leyendas y tradiciones de su comunidad, especialmente si está entre quienes ejercen el mando.

Ainu, Kindaichi, Ainu Life and Legends, Tokio: Board of Tourist Industry, Japanese Government Railways, 1941, p. 60.
Ilustración inspirada en el arte de la cultura Ashanti de Ghana.