El lugar de los mitos

Los bella coola coinciden en que el más importante de sus seres sobrenaturales es Älquntäm, la divinidad suprema, creador de hombres y animales […]. Otros nombres con los que se le conoce se detallan a continuación:

[…]

Smaiaikila, «El hombre cuento», porque Älquntäm creó los mitos ancestrales al mismo tiempo que creó la humanidad. […]

Smaialotla, «De quien proceden, y a quien pertenecen, todos los mitos». Como creador de mitos tenidos en muy alta estima, la divinidad suprema es su dueño.

[…]

Aunque Älquntäm mora a menudo en el sol, su hogar está en la tierra plana encima del cielo, una casa enorme que figura de manera destacada en la mitología bella coola y en el pensamiento actual. […] [Uno de los nombres de la casa es] Nusmäta, «El lugar de los mitos».

T. F. McIlwraith, The Bella Coola Indians, vol. 1, Toronto: University of Toronto Press, 1948, págs. 32, 34

Ilustración inspirada por una escultura que representa un ancestro en Indonesia

Recuperando el relato

HN-cazador

 

He encontrado la clave del sistema que (en los viejos tiempos) regía el matrimonio entre parientes lejanos, una cuestión que el año pasado me tenía desconcertado. Cuando la novia se casa, cierta parte del relato ancestral (smaiusta) de su padre se transmite al marido; por ejemplo, el derecho a tallar o pintar un cuervo en una caja para guardar comida. A menos que se vuelva a adquirir, el relato permanece en la familia del marido, pero a medida que el smaiusta se va transmitiendo, permanece el recuerdo de que parte de él está en otra familia y un hijo, nieto u otro descendiente del padre de la esposa intentará recuperarlo desposando a una mujer de la otra familia. Como lo expresan los bella coola, un hombre siempre ‘caza’ cuando contrae matrimonio, con el objeto de recuperar fragmentos de sus smaiustas.

 
De una carta del antropólogo canadiense  T. F. McIlwraith a Edward Sapir, 26 diciembre 1923 en At Home with the Bella Coola Indians: T. F. McIlwraith’s Field Letters, edited by John Barker and Douglas Cole, Vancouver: UBC Press, 2003 pp. 113-114
Ilustración inspirada en una pintura rupestre bossquimana del Cederberg, Sudáfrica