Contar sólo parte del relato

Haida

 

Muy a menudo [en la Australia aborigen], se contaban fragmentos [de los relatos] referidos a lugares o personajes, sin desarrollar las acciones o seguir hasta el final la trama argumental. A un niño que viajaba por el territorio de un pariente cercano (madre, padre, abuelo, por ejemplo) se le decía el nombre de un lugar especial y de la presencia-espíritu que lo habitaba, o una esposa podía recibir esa información la primera vez que visitaba el territorio de su marido. Estos segmentos probablemente se ampliaban más tarde, dando lugar a relatos más completos. Eran una parte vital del conjunto del proceso de enseñar, aprender y conocer los relatos míticos y su contexto en una región dada.

 

Roland M. Berndt y Catherine Berndt, The Speaking Land: Myth and Story in Aboriginal Australia, Victoria: Penguin Books, 1989 pág. 9
Ilustración inspirada en diseños del pueblo Haida

Las epopeyas vienen del otro lado de la vida

Huevo Tierra

 

Las canciones de nvet que cantamos [las que están dentro de las epopeyas], las componen las personas. Por ejemplo, si te ocurre algo, malo o bueno, puedes componer una canción hablando de ello. Las epopeyas no se inventan o componen. Las epopeyas vienen del otro lado de la vida [es decir, el mundo de los muertos]. Un mbom nvet, un viejo mbom nvet como yo, somos los únicos que traemos las epopeyas del otro lado de la vida. Y los pequeños trovadores, los trovadorcillos, se aprovechan relatando las epopeyas que otros traemos del otro lado de la vida. Es decir, las cosas que han ocurrido, las que están pendientes de ocurrir y las ocurridas. Pero yo no toco todas mis epopeyas. Voy tocando algo, algo, algo. Porque si os desarrollara una gran epopeya, aquí, antes del amanecer todos los que aquí nos encontramos estaríamos atados [como delincuentes en la cárcel]. Por eso voy tocando las epopeyas buenas y suaves.

De una epopeya nvet de Eyí Moan Ndong, en Ramón Sales Encinas, Eyom Ndong, el buscaproblemas y Mondú Messeng: epopeyas de Eyí Moan Ndong, Barcelona: CEIBA, 2007, pág. 118
Ilustración inspirada en motivos folklóricos tradicionales.

Son unos sinvergüenzas

MURCIELAGO_HN

«[En los cementerios] se debe impedir que entre las tumbas se instalen los que cuentan cuentos o dicen la buenaventura.»

«Debe impedirse que los que dicen la buenaventura o cuentan cuentos se queden solos con mujeres para hablarles en las tiendas que levantan [para ejercer su oficio], pues es un medio de violentarlas o un ardid para robarles, si bien las que acuden a ellos no son más que desvergonzadas. … Vigílese continuamente a estos individuos, que son unos sinvergüenzas»

Ibn ’Abdûn, traducción de Emilio García Gómez y E. Levi-Provençal, Sevilla a comienzos del siglo XII, Sevilla: Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, 1998, págs. 97-98
Ilustración inspirada en un tótem Haida de la costa noroeste de Norteamérica

Recuperando el relato

HN-cazador

 

He encontrado la clave del sistema que (en los viejos tiempos) regía el matrimonio entre parientes lejanos, una cuestión que el año pasado me tenía desconcertado. Cuando la novia se casa, cierta parte del relato ancestral (smaiusta) de su padre se transmite al marido; por ejemplo, el derecho a tallar o pintar un cuervo en una caja para guardar comida. A menos que se vuelva a adquirir, el relato permanece en la familia del marido, pero a medida que el smaiusta se va transmitiendo, permanece el recuerdo de que parte de él está en otra familia y un hijo, nieto u otro descendiente del padre de la esposa intentará recuperarlo desposando a una mujer de la otra familia. Como lo expresan los bella coola, un hombre siempre ‘caza’ cuando contrae matrimonio, con el objeto de recuperar fragmentos de sus smaiustas.

 
De una carta del antropólogo canadiense  T. F. McIlwraith a Edward Sapir, 26 diciembre 1923 en At Home with the Bella Coola Indians: T. F. McIlwraith’s Field Letters, edited by John Barker and Douglas Cole, Vancouver: UBC Press, 2003 pp. 113-114
Ilustración inspirada en una pintura rupestre bossquimana del Cederberg, Sudáfrica

Lo más perdurable

maripojapo

 

Is buaine port ná glór na-éan,

Is buaine focal ná toice an tsaoil.

Una tonada es más perdurable que el canto de los pájaros,

un cuento es más perdurable que toda la riqueza del mundo.

(Proverbio irlandés)

Irish proverb, in Robin Gwyndaf, “A Welsh Lake Legends and the Famous Physicians of Myddfai”, Bealoideas, vol. 60-61, 1992-1993, p. 245

Ilustración inspirada en un dibujo japonés

Originales en un sentido diferente

Tondo peces

El mito es un lenguaje constituido por formas intemporales, no momentáneas. Los temas [del recital improvisado por dos narradores haida para el antropólogo John Swanton] no se urdieron para esa ocasión. Son originales en un sentido diferente. Son relatos con mil o diez mil años de antigüedad a los que se da un uso contemporáneo, relatos que renuevan el mundo presente al repetir lo que sabemos sobre cómo se formó el mundo.

Robert Bringhurst, A Story as Sharp as a Knife: The Classical Haida Mythtellers and Their World, Vancouver: Douglas & McIntyre, 1999: 220
Inspirado en el dibujo de un escudo encontrado en un vaso griego.

Las historias son las casas en que vivimos

Kalevala

Las historias son las casas en que vivimos. Son la comida que servimos en nuestra mesa, consumimos e incorporamos a nuestra sangre. Las historias, sin embargo, no existen plenamente salvo en la presencia física de quienes las narran. Después, de una forma misteriosa, conservan esta corporeidad cuando acuden a los ojos y resuenan en los oídos de nuestro espíritu en ese proceso que llamamos memoria. Los narradores son así los arquitectos y albañiles de nuestros universos. Construyen arcos de piedra invisible que abarcan enormes salones. También construyen los cuartos comunes y corrientes que son nuestro abrigo cotidiano. Sea con estilo exaltado o humilde, los narradores nos sirven el alimento espiritual que nos sustenta, tanto las simples verdades como las más deliciosas mentiras.

¿Quiénes son, pues, los narradores? … [Lo cierto es que] todos somos narradores de historias y oyentes de historias. Estamos obligados a ser ambas cosas, si queremos navegar el mundo en que vivimos, cada porción del cual… es en parte creación nuestra. Salvo que se produzca algún trauma terrible, las facultades complementarias de escuchar y narrar historias nos acompañan de un modo irrenunciable desde muy temprana edad. A lo largo de toda nuestra vida, ambas facultades permanecen en el fondo de nuestra esencia de seres inteligentes, dando forma a nuestros pensamientos, apartándonos del error, y guiándonos cada vez más hacia lo que el futuro pueda depararnos.

John Niles, Homo Narrans: The Poetics and Anthropology of Oral Literature, Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1999: 64-65
Ilustración inspirada  en el logotipo de la Kalevala Society

Akangkwirreme, escucha hondo

serpientecalabaza

Lo más sólido que puedo a decirles a nuestros niñas y niñas de ahora es: no olvidéis nuestra cultura. Es importante, escuchad a los mayores, no os limitéis a darles la espalda. Escuchad con respeto lo que digan, y seguid adelante.

Para instruir a los niños tenemos que contarles relatos, llevarlos al páramo, movernos con ellos por allí. Salir a cazar, buscar lo que queremos encontrar, hablarles de lo que estamos buscando. Es supervivencia. […] Piensa hondo, cuéntales historias, háblales de lo que haces, así es como mejor aprenden nuestros niños, haciendo cosas. Es también una forma de enseñar a la gente de fuera nuestra cultura: mostrarles nuestro país.

A todos los demás niños, la demás gente, les diría: venid, escuchadnos, os contaremos nuestra cultura. Aprended de nosotros. De esta forma todos sobreviviremos. […]

Debemos hacer cosas juntos: respetar, escuchar y pensar, hacer cosas juntos, no sólo hablar todo el rato. Párate a pensar alguna vez, simplemente dejar que haya silencio. Debes aprender a esperar, a dejar que tus pensamientos vuelvan a ti. Entiende también cómo puede sentirse la otra persona, aprecia que quizá no sepas la respuesta, o entiendas la pregunta. Eso es lo que significa trabajar entre culturas. El respeto tiene que fluir en ambas direcciones, también el aprendizaje. […] Espero que escuchéis hondo y dejéis que estos relatos os penetren. Estos relatos son para todos los tiempos, para los días de antaño, para ayudar a recordar a los mayores, pero también para el futuro y para los jóvenes de ahora. A cambio de los relatos de nuestros mayores nosotros teníamos que darles la comida que habíamos recolectado, eso teníamos que hacer para aprender; compartir es sobrevivir.

Kathleen Kemarre Wallace (with Judy Lovell),  Listen Deeply, Let These Stories In, Alice Springs: IAD Press, 2009,  pp. 170, 171. Wallace, nació en 1948, es una artista y narradora que pertenece a los Arrente de Australia Central.
Ilustración inspirada en un dibujo realizado sobre una calabaza en Ghana.

Un cuento es el viento

Nudo

«Tú sabes que espero a que vuelva el hombre del lugar,* la luna,

para regresar yo a mi hogar,

escuchar los relatos de la gente,

cuando la visite,

escuchar las historias que cuentan.

Ellos escuchan las historias de la gente de la Llanura, sí,

del otro lado del lugar,

esto hacen, las escuchan.

Cuando el  otro hombre del lugar, el sol, calienta un poco

me siento al sol;

sentado, escucho las historias que vienen de lejos,

historias que llegan desde la lejanía.**

Obtendré entonces de ellos una historia, sí,

porque las historias flotan desde la lejanía.

Cuando el otro dueño del lugar calienta un poco,

siento que en verdad debo ir de visita,

para hablar con ellos, mis congéneres. […]

Primero debo sentarme un rato, refrescar mis brazos,

dejar que les pase la fatiga.

Simplemente, escucho,

esperando una historia que deseo escuchar;

espero que flote hasta mi oído.*** […]

Iré a sentarme en mi hogar,

para orientar mis orejas hacia mis pasos

que recorrí, sí,

porque siento que una historia es el viento:

le gusta ir flotando de un lugar a otro.

 

* La expresión |xam es !xoe-sho-!kui, literalmente, «la persona del lugar».  Según Lloyd (p. 298), ||kabbo dijo que “el otro nombre de la luna es !xoe-sho-!kui, el mismo que el otro nombre del sol”. En la misma nota Lloyd explica también que |a!kuŋta tradujo la expresión como «el hombre que conoce todos los lugares». Un poco más adelante en este mismo testimonio, ||kabbo, hablando en tercera persona, alude a sí mismo como !xoe-sho-!kuiten, que es la forma enfática de esta misma expresión. Entonces Lloyd lo traduce como the man of the place, «el hombre del lugar». (Nota de JMdP-S)

** ||kabbo explica que un cuento es “como el viento, viene de un lugar lejano, y lo sentimos”. (Nota de Lucy C. Lloyd)

***||kabbo explica que cuando uno ha recorrido un camino, y se sienta, aguarda a que un relato viaje hasta el, siguiendo la misma senda. (Nota de Lucy C. Lloyd)

 (||kabbo, narrador |xam ; dictado en julio y agosto de 1873 a W. Bleek y L. C. Lloyd; véase una traducción distinta en J. M. de Prada, La niña que creó las estrellas: relatos orales de los bosquimanos |xam , Madrid: Lengua de Trapo, 2011, págs. 5, 6).
Ilustración inspirada en un nudo de diseño tradicional finés.

Los relatos son como genes

HN-zarpa

Las narraciones son como genes, una vez concluida nuestra historia mantienen viva una parte de nosotros, y tiene mucho de conmovedor que Sheherazade asuma la dicha de siempre jamás no tras su boda, sino después 1001 relatos y tres hijos.

A. S. Byatt, On Histories and Stories: Selected Essays, Cambridge: Harvard University Press, 2001, p. 166.
Ilustración basada en la tradición de los indios de Norte América.