Muy a menudo [en la Australia aborigen], se contaban fragmentos [de los relatos] referidos a lugares o personajes, sin desarrollar las acciones o seguir hasta el final la trama argumental. A un niño que viajaba por el territorio de un pariente cercano (madre, padre, abuelo, por ejemplo) se le decía el nombre de un lugar especial y de la presencia-espíritu que lo habitaba, o una esposa podía recibir esa información la primera vez que visitaba el territorio de su marido. Estos segmentos probablemente se ampliaban más tarde, dando lugar a relatos más completos. Eran una parte vital del conjunto del proceso de enseñar, aprender y conocer los relatos míticos y su contexto en una región dada.
La verdad esta manera de enseñar sin enseñar, es decir sin la intencion de inculcar, es algo que yo creo que hace que lo que aprendes se quede gravado en sangre, por que imagen, palabra, sensacion del momento, queda asociado en uno mismo y se hace imborrable para el alma y creo que eso sucede por que estas abierto a ese instante, no hay filtros,no hay juicios.
Estoy aprediendo como nunca con las entradas de Homo Narrans….
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Gracias por comentar, Alícia. Nos encanta que nos dejes siempre una huella tuya 🙂
Yo también comparto esta idea de que la mejor manera de enseñar es sin tratar de imponer, como tú dices, sin que parezca que enseñas.
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