“Af a mayse fregt men nish ken kashe!” [Yiddish, uno no hace preguntas sobre un relato], reza un viejo dicho yiddish, y el motivo es comprensible: kashe y mayse están en polos opuestos. Donde kashe procede de la razón, la lógica y la realidad, mayse necesariamente empieza donde la razón termina. Kashe se origina en el cerebro, y mayse en el corazón. Kashe pregunta: ¿cómo es esto posible? Mientras que mayse no conoce límites. Es, por tanto, obvio por qué uno no hace una kasha [pregunta], que compete totalmente a la realidad, sobre un mayse [relato], que compete totalmente a la fantasía.
Abraham Rechtman, The Lost World of Russia’s Jews: Ethnography and Folklore in the Pale of Settlement, traducción de N. Deutsch y N. Barrera, Bloomington: Indiana University Press, 2012, pág. 254
Ilustración inspirada en un dibujo textil japonés
Un cuento,
una narración la escuchamos con el corazón y el cuerpo. Si alguien hace preguntas sobre el relato es que no esta ahí, no esta en ese presente, no esta entregado a ese momento, a esos instantes de la la narración, esta pensando y cuando se piensa se esta en el pasado o en el futuro, el presente es tan inmediato que solo se puede vivir. La mente da poca cabida a la imaginación. Yo creo que el narrador cuenta desde lo que imagina por que se basa en lo que recuerda. Busca en su archivo mental pero el que lo trasmite es el cuerpo y el corazón. Creo que no puede ser de otra manera, yo no puedo pensar si estoy escuchando una narración estoy dentro de ella.
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Gracias, Alicia, por comentar, como siempre, aportando unas reflexiones muy interesantes, que daría para una buena conversación.
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