Debemos comprender plenamente quién o, lo que es más correcto, qué es nuestro recitador. Es necesario que de la palabra «recitador» eliminemos cualquier cosa que indique que se trata sólo de alguien que simplemente reproduce lo que otro, o incluso él mismo, ha compuesto. Nuestro poeta oral es un compositor. Nuestro cantor de historias es un compositor de historias. Cantor, recitador, compositor y poeta son distintos aspectos de la misma cosa, pero de forma simultánea. Cantar, recitar y componer son facetas del mismo acto.
En ocasiones nos resulta difícil darnos cuenta de que el hombre que se sienta ante nosotros cantando una canción épica no es un mero portador de la tradición, sino un artista creativo que está haciendo la tradición.
Albert B. Lord refiriéndose a los rapsodas serbo-croatas, The Singer of Tales, Cambridge, MA y Londres: Harvard University Press, 1960. pág. 13
Ilustración inspirada en el arte del pueblo Navajo del suroeste de Estados Unidos








