Cualquiera puede compartir la magia del relato
pero nadie debe nunca erigirse en su único dueño
así que, le pase lo que le pase al narrador,
el relato sigue viviendo.
Cualquiera puede compartir la magia del relato
pero nadie debe nunca erigirse en su único dueño
así que, le pase lo que le pase al narrador,
el relato sigue viviendo.
Entiendo perfectamente esta forma de hacer, quien se erigiera dueño lo haría suyo, con lo cual al tener dueño, el relato no seria libre de ir y venir de boca en boca, quizás, entonces, moriría de pena…El relato quiere ir a donde se le quiera escuchar.
Los relatos son viajeros en el tiempo y el espacio y se les debe dejar libres.
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